Cierto día, nublado, frío, donde la neblina asimilaba
al agitado mar gris. Arribo una chica, llego encandilándome con su fulgor rojo,
su anima era como la de una indomable yegua y destrozaba el piso del bar
con sus poderosos cascos de cuero negro, “marca chancho”, feria de las pulgas,
altiva se le notaba chica ruda, neo hippie de actualidad de sexo sin pertenencias.
Adelantamos las manecillas del reloj al acto; durante nuestra primera consumación
ya en mi pieza, de colchón inflable, arañas tímidas, fotocopias y libros, como vegetales
añejos de un paraíso caótico, con una botella de vino, en la que sinceramente mentí
para pagarla en mi pieza( un fiado con falsedad doble ciertamente).Bebió cada uno de mis impulsos y extrajo cada liquido cerebral, intercalábamos de vez en cuando, yo tomaba un libro y trataba de leer poesía, las palabras me permitían escapar unos minutos o ella empezaba con el temita de la revolución actual. Su sueño era simple; procrearía un guacho izquierdista en alguna selva Latinoamericana. Aunque para mí la única
“Real revolution” eran sus hormonas, no dejaba tiempo; ni al sencillo te, ni al mal hablado y elitista café, el vinito fue suficiente click, para no soltar a este humilde soldado acorralado entre mi cama y mi radio reloj de tres estaciones, cuando logre escapar, a tal ambigua tortura ,argumentado que debía empezar a planear sus viajes, la vi caminar en Avenida Argentina, ya aliviado con el frescor del amanecer, mientras la imagine subiendo a un trole bus, como si fuera el ultimo tanque
de nuestra guerrilla imaginaria.
sábado, enero 24, 2009
Revolucionaria.
martes, enero 20, 2009
Homenaje en los 200 años del nacimiento de Edgar Allan Poe
Poe, Baudelaire, Pessoa, Pérez Bonalde
The Raven, Le Corbeau, O Corvo, El cuervo
Homenaje en los 200 años del nacimiento de Edgar Allan Poe
Presentación y notas: Manuel Cabesa
Presentación
“El cuervo”. Ilustración de Édouard Manet para la edición de 1875 (París, Richard Lesclide-Editor)
“El cuervo”. Ilustración de Édouard Manet para la edición de 1875 (París, Richard Lesclide-Editor).
La tumba de Edgar Allan Poe
Tal que en sí mismo, al fin la eternidad lo cambia,
el Poeta provoca con acero desnudo
a su siglo espantado por no haber conocido
que la muerte triunfaba en esta voz extraña!
Ellos, como un vil sobresalto de hidra oyendo antaño al ángel
dar un sentido más puro a las palabras de la tribu
proclamaron muy alto el sortilegio bebido
en la ola sin honor de alguna negra confusión
de la tierra y de las nubes hostiles, ¡oh agravio!
Si nuestra idea no esculpe un bajo relieve
con el que la tumba de Poe deslumbrante se adorne
quieto bloque aquí caído de un desastre oscuro,
que este granito al menos muestre para siempre su límite
a los negros vuelos del Blasfemo dispersos en el futuro.
Stéphane Mallarmé
(Traducción Xavier de Salas)
Son tal vez Walt Whitman y Edgar Allan Poe los poetas norteamericanos que mayor influencia han tenido en la evolución de la poesía occidental desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días.
Del primero podemos seguir el rastro que nos lleva hasta la Generación Beat, de la cual Allen Ginsberg, su profeta y mayor representante, parece continuar el legado de Whitman, pero si Canto a mí mismo es una celebración del universo y del hombre en su más vasta dimensión, Aullido, el texto más famoso de Ginsberg, es un poema de la derrota, escrito con el ritmo reiterado de una oración cuya religiosidad es el rostro del abismo.
El sendero abierto por Poe sigue en otra dirección. Digamos que cada generación aún lee absorta los relatos escalofriantes del bostoniano. Borges le adjudica el privilegio de haber inventado para la posteridad, gracias a historias como Los crímenes de la rue Morgue, el relato policial. De su obra poética, menos popular que sus relatos de misterio, destacan composiciones como Annabell Lee, Campanas y por sobre todo El cuervo.
Refiere Eugenio Montejo lo siguiente: “En el invierno de 1845, el 29 de enero para citar la fecha exacta, apareció publicado en el New York Mirror el poema The Raven (El cuervo) de Edgar Allan Poe. El autor contaba por entonces 36 años y trataba de sobrevivir como podía a la miseria, afrontando un destino que no le había ahorrado ninguno de los estigmas del poeta maldito. La publicación del poema le valió la fama instantánea, la cual, sin embargo, no llegó a dispensarle de las estrecheces pecuniarias que lo cercaron hasta su muerte. El poema, por su parte, constituye como se sabe una lograda pieza romántica, cuya atmósfera nocturnal y agorera, secundadas por peculiaridades rítmicas, se volvió una imagen inseparable de la vida y obra del poeta que lo compuso”.1
Poeta romántico por excelencia, sus textos tanto poéticos como teóricos se convertirían, según lo ha expresado Edmund Wilson, en “la más temprana Biblia del simbolismo”. Y es el padre del simbolismo, y otro renovador de la poesía moderna, quien le da universalidad a la obra de Poe al traducirla a su propio idioma: Charles Baudelaire.
La atracción que sentía el autor de Las flores del mal por la obra de Poe lo llevó a verter al francés todos sus relatos bajo el título común de Historias extraordinarias, título con el cual terminaron por conocerse en el resto del mundo, además de una buena serie de textos teóricos y algunos poemas, entre ellos El cuervo en 1856. Tal fue la influencia que el norteamericano ejerció sobre Baudelaire que le permitió concebir un estilo de realización poética novedoso para el momento.
Victoria de Stefano nos dice: “Poe actuó sobre él (Baudelaire) una seducción permanente. Le dictó el designio de concebir la poesía muy por encima del momento natural e impuro de la inspiración, a fin de elevarla, desde su precaria condición de espontaneidad, hacia una función más digna del hombre y su libertad. Deseaba a un artista frío en los medios, dispuesto a desafiar obstáculos, resistencias, ciudadano espiritual del universo: un artista con rango de filósofo y que llevara orgullosamente el nombre de poeta”.2
Para conmemorar los doscientos años del nacimiento de Edgar Allan Poe (19 de enero de 1809) y los ciento sesenta y cuatro años de la publicación de El cuervo (29 de enero de 1845),se ha recopilado, junto al texto original, las traducciones más reconocidas del mismo. La primera, es evidente, pertenece a Charles Baudelaire; las otras dos, en portugués y castellano, a Fernando Pessoa y al venezolano Juan Antonio Pérez Bonalde, respectivamente.
Las correspondencias entre los cuatro poetas van más allá de la creación y posteriores recreaciones del famoso poema. Todos murieron antes de cumplir los cincuenta años; todos también conocieron penurias, soledades, melancólicos arrebatos y dolorosas pérdidas. Quizá por esto Baudelaire, Pessoa y Pérez Bonalde pudieron reconocerse en el texto de Poe y llevarlo a su lengua nativa con relativo esfuerzo.
Traducir es traicionar, eso se sabe. Sin embargo Octavio Paz nos explica lo siguiente: “El poeta, inmerso en el movimiento del idioma, continuo ir y venir verbal, escoge unas cuantas palabras —o es escogido por ellas. Al combinarlas, construye su poema: un objeto verbal hecho de signos insustituibles e inamovibles. El punto de partida del traductor no es el lenguaje en movimiento, materia prima del poeta, sino el lenguaje fijo del poema. Lenguaje congelado y, no obstante, perfectamente vivo. Su operación es inversa a la del poeta: no se trata de construir con signos móviles un texto inamovible sino desmontar los elementos de ese texto, para poner de nuevo en circulación los signos y devolverlos al lenguaje”.3
En este sentido esperamos que el eventual lector de estas páginas pueda disfrutar de El cuervo pensando que son diferentes poemas y a la vez el mismo poema.
Manuel Cabesa
16 de enero, 2009
Notas
1. Montejo, Eugenio: Un cuervo de largo vuelo. Caracas: Criterión, Nº 6, 1993.
2. De Stefano, Victoria: Poesía y modernidad, Baudelaire. Caracas: Fondo Editorial de Humanidades y Educación, UCV,1984.
3. Paz, Octavio: El signo y el garabato, México: Joaquín Mortiz, 1975.
Índice
* Presentación, por Manuel Cabesa
* The Raven, texto original de Edgar Allan Poe
* Le Corbeau, traducción de Charles Baudelaire
* O Corvo, traducción de Fernando Pessoa
* El cuervo, traducción de Juan Antonio Pérez Bonalde
* Edgar Allan Poe (1809-1849)
* Charles Baudelaire (1821-1867)
* Fernando Pessoa (1888-1935)
* Juan Antonio Pérez Bonalde (1846-1892)
Toda la nota e informacion ademas de links copiadas de
www.letralia.com
domingo, enero 18, 2009
Nada esta claro
Nada esta claro
Si acaso el viento
Entrara y calara huesos;
La pieza oscurece, la noche aclara.
Nadie dijo ¡Hey has de crecer¡.
Achico mi cuerpo con aquella/
Antigua maquina medieval
¡y¡¿la pieza oscura?; ¡y¡ ¿la noche mas clara?...
Por un puñado de pesos
Que se abalanzaban hermosos, titilan como huesos sagrados,
Mientras la pierna derecha hace tierra/
Con el piso helado
Oscura es la pieza, clara más, la noche…
Un pájaro te anuncia desgarrado
Fin de fiesta, fin-de semana,
Fin a la pieza oscura
¿Fin esta noche?
Que ya te aclaras.
Recuerdas que viene galopeando
Una oficina luminosa
te recuerda al hospital
Te recuerda qué
La vida se acorta y oscurece
Y las noches cada ves son menos claras.
Emersson Pérez
Queridos floreritos todos.
martes, enero 13, 2009
Cazuza - Faz parte do meu show
Te cojo en la escuela y lleno tu balón con todo mi amor
Te llevo hacia fiesta y pruebo tu sexo con aire de profesor
Hago promesas locas tan disfrutes cuanto un sueño bueno
Si yo te escondo la verdad, baby, es para protegerte de la soledad
Forma parte de mi show
Forma parte de mi show, mi amor
Confundo tus muslos con los de otras chicas
Te muestro todo el dolor
Te hago un hijo
Te doy otra vida para mostrarte quién soy
Libre en la luna desierta de las piedras del Arpoador
Digo 'dígame' al enemigo
Encuentro un refugio en el pecho de mi traidor
Forma parte de mi show
Forma parte de mi show, mi amor
Invento disculpas, provoco una pelea, digo que no estoy
Vivo en un 'clip' sin nexo
Un 'pierrot' retroceso
medio bossa nova y 'rock'n roll'
Forma parte de mi show
Forma parte de mi show, mi amor
Mi amor, mi amor, mi amor...
VALE TODO
martes, enero 06, 2009
Mercaderes
Mira los mercaderes
Desatan la hilacha
Para un nuevo día
De alegres farsas.
Mira los mercaderes
Preparan el palé
Con arrojo soberano
En la acera o el barro.
Mira los mercaderes
Con sus astutos sapos
Alistan la voz
Y el silbido les trina.
Mira los mercaderes
De mi persa Bíobío
Con sus patrañas
No son del río.
Mira los mercaderes
Ya van arriba
De la camioneta sombría
Van directo a la comisaría.
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