Es cosa de saber qué puerta se abre cuando escribes
Por Cristóbal Soto
Podemos plantearnos una historia de principio a
fin. Sentarnos frente al computador y escribirla tal cual como la imaginamos
previamente. Pero al momento de empezar a presionar las teclas para que salgan
las primeras palabras de la novela o cuento o ensayo o lo que sea que estemos
dispuestos a escribir chocamos con la realidad. ¿Cuál es esa realidad? La
realidad del relato mismo. Ese es el primer obstáculo para comenzar a escribir.
Lo más interesante es que te persigue durante todo el proceso creativo. No
puedes escapar de ella.
La idea de que uno inventa todo lo que escribe es en gran parte (por no decir totalmente)
ilusoria. La fluidez del lenguaje, el ritmo narrativo está íntimamente ligado
al escenario que escogimos (uno de los pocos actos totalmente libres a la hora
de crear). Si queremos contar una situación alegre difícilmente usaremos en el
tono del lenguaje recursos que describan melancolía. Y esto no tiene que ver
solo con los tips relativos al género
que usas para contar la historia. Si no
que de cuánto la historia misma te obliga a decir de la realidad de lo que
escribes.
La gracia de este totalitarismo creativo es que
estás obligado a sumergirte en la vida misma de la historia, pero es tu labor encontrar la
realidad a la cual te someterás una vez escrita la primera frase. La realidad
de lo que narras no te anda persiguiendo para que tú seas el elegido escritor. Si
no la descubres, la historia no se deja escribir.
Hoy entrevistaré a una persona para que me
cuente detalles que me sirvan para la novela que escribo. Horas antes de esa
entrevista me esfuerzo en elaborar un tipo de cuestionario que me permita sacar
la mayor cantidad de elementos posible que apoyen el curso de la historia que
quiero contar. Pero, en vez de escribir esas preguntas he decidido hacer
cómplice a mi entrevistado del escenario escogido para contar la novela. Nos
vamos a ir a tomar a algún bar mientras Chile juegue con argentina por las
clasificatorias, eso, si encontramos algún espacio donde sentarnos.
Conversamos y lo envuelvo de lo que estoy
escribiendo. Entonces ¿cómo pregunto por un contexto que yo escogí, pero que a
su vez siempre estuvo ahí, y que entonces es inamovible en tanto imaginario? Es
como abrir una puerta hacia un lugar que está escondido bajo tierra.
Mi novela se trata de punkys. Punkys en el noventa y cinco. Mi entrevistado
ya era punky ese año. Yo era joven también en ese año, y escuché punk, pero
tenía catorce años y no me movía mucho de casa. En cambio él tenía veintidós,
la edad de Miguel, mi protagonista.
Visualizo para esta tarde una pequeña
peregrinación por los bares cerca de casa para ver dónde hay espacio para tres
persona (también va el Lucho, amigo, quien hizo de nexo) hablando de una novela
que ni siquiera sé si la terminaré de escribir, (a veces le temo, aunque no me
gusta la idea de abandonarla). Esa peregrinación que ahora entiendo saldrá de
casualidad, pero sin duda saldrá, es infinitamente más pequeña que las
peregrinaciones que la pandilla de punks de la historia hacían constantemente,
o bien para conseguir un copete o para ir a algún recital perdido en los
suburbios de Santiago. Pero esa peregrinación nos acercará un poco a Miguel y
sus amigos ¿Qué pasa si terminamos hablando en un bar que no esté dando el
partido porque es demasiado refinado? Sería patético.
La realidad de esta tarde mandará, y quizás
entremedio la realidad de la novela se haga presente. Es cosa de saber qué
puerta se abre cuando escribes, pero una vez que sabes no hay posibilidad de
insumisión, ella hará lo que quiere contigo. A lo mejor gana Chile a Argentina,
ahora eso es el futuro. Puede que pase
cualquier cosa, ya abrí la puerta cuando le pregunté si podía entrevistarlo,
ahora a asumir las consecuencias. En una de esas terminamos tomándonos la
última cerveza en una cuneta sucia.
Cristóbal Soto
Calistro Nace en Santiago en 1981. Desde el 2010 organiza el encuentro de
poesía TrasAndes tanto en Mendoza como en Santiago. Actualmente participa en un
taller junto a Rodrigo Hidalgo y Federico Eisner y publica en
hastaelasco.blogspot.com. El Caso las Dalias (2012) es su primera novela.
2 comentarios:
Un tema difícil... libertad o totalitarismo? Creo que la única libertad que tenemos es la de crear o no el personaje... luego el personaje escoge el escenario y, aunque Unamuno se afanase en negarlo, es el personaje el que escribe el resto de la historia.
toda la razón Felipe, un amigo me decía:"no inventamos nada weón oh", me lo decía, primero, gritando, como retándome, y lo más notable de todo, totalmente sobrio
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