domingo, noviembre 04, 2012

Una vuelta al origen (Apreciación personal y subjetiva sobre Der Golem)

Una vuelta al origen
(Apreciación personal y subjetiva sobre Der Golem)



Somos una sociedad en el ojo de una rana
en realidad no somos más que un Golem
una célula de Dios
¿Pero aquel quién le puso el barro?


Recuerdo cuando conocí a Pablo Peñaloza, cuando este era Palabra Muerta y no Pablo Lacroix. Escribía caligramas de iglesias y tumbas en el taller de Matías Ayala, en una sala de la UAH (Universidad Alberto Hurtado) con un lindo balcón. Recuerdo su poca madurez poética y las risas de los compañeros frente a su imaginería un poco infantil y presumida, aunque ya era conocido en el underground gótico, aún no era el poeta Der Golem o el poeta performance que es ahora, pero rebosaba un entusiasmo temible. “Un día escribiré un tremendo libro”, me dijo, el de qué no era tema, pero podía ver aquella flama en los ojos, que caracterizan una fuerte decisión. El tiempo ha transcurrido y puedo decir que he visto la evolución de Pablo, una evolución temible y de combustión espontanea, deliciosamente creativa ¿De dónde saca el barro primogénito para toda esta construcción?

Conocer desde los primeros poemas de Pablo, hace que de cierta manera pueda augurar su futuro, quizás hay que ser sincero, no diré que este se convierta en el mejor libro de toda una generación de nuevos poetas oscuros o Neodecadentes, como el grupo que fundase en aquel 2007 con mayor entusiasmo que talento, con fuego y barro primigenio, pero sé que abrirá nuevas actitudes y posiciones estéticas frente al oficio poético. Como elementos, quizás es parido de ciertos periodos oscuros de la vida del poeta -por terrenos insondables y secretos-, que solo algunos conocen, que engendraron esta creación o ciertos amores y temores a la muerte (Eros y Tanatos), un poco de alquimia, un poco Apolíneo por sus estudios, un poco Dionisiaco, por su vida.

No sé por qué todos dicen que su libro es un camino. Para mí es una caja, un cubo en el que nos adentramos. Para mí es un cubo al estilo de Hellraiser de Clive Barker, un objeto, un juguete… y para acceder a este juguete, para jugar dentro del y salir airosos, tenemos que olvidarnos de las concepciones comunes. Tenemos que entrar, ya no solo por los sentidos legados del eurocentrismo (aunque semiológicamente estemos invadidos de signos judío cristianos), que pone a la vista como un sentido superior, no tenemos que mirar solo a través del ojo. Hay que observar, acudir al terreno de las sinestesias, a través de un ritmo, un ritual, olvidarnos de conductismos y entrar directamente a lo profundo, agarrar una vara mágica, transmutar el oro en greda y crear nuevos universos, nuevas mentes para nuevos hombres, recordar nuestro origen, escuchar dentro de liquido amniótico, antes de nacer.

"El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo. El que quiera nacer, tiene que romper un mundo. El pájaro vuela hacia dios, el dios se llama Der Golem."


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